jueves, 9 de junio de 2011

Tai Chi

En una entrada anterior hablaba de la importancia de hacer ejercicio. Yo creo que cada quién debe encontrar el ejercicio más adecuado. Hay quienes sienten que ejercicios como el box son más liberadores, otros prefieren correr. A mí me funciona muy bien el Tai Chi.
Una de las cosas que me gustan mucho del Tai Chi es que el ejercicio no sólo se enfoca en el aspecto físico pues, como disciplina de origen chino, la práctica tiene una profunda base en la filosofía taoísta. Entrar a una disciplina desde la cual todo tiene su lado Yin, la ladera oscura de la montaña, y su lado Yang, el lado soleado de la montaña. Y ambos son necesarios. No hay moralidad: lado bueno, lado malo. Sino que a través del Yin Yang la naturaleza se manifiesta y se transforma.
Ya se imaginarán que desde esta perspectiva, los dos polos de la bipolaridad son necesarios, forman parte de un todo que soy yo. Son fuerzas. Fuerzas que es posible equilibrar. Y, para mí, equilibrar fue la palabra clave.
El Tai Chi me ayudó a aceptarme como soy, a comprender que también la bipolaridad es parte de lo que me hace ser quien soy, sin que esto signifique algo bueno o algo malo. Me ayudó a saber que es posible vivir, vivir bien, en equilibro.
El Tai Chi llegó a mi vida casi al mismo tiempo que llegó el diagnóstico. Si llegaba triste y cansada a la clase, salía con energía. Si llegaba con mucha energía, a través de las formas la energía fluía, se movía, y al final de la clase, sí, ahí estaba esa energía, pero circulando en armonía con mi cuerpo.
Debo decir que el Tai Chi no es magia. Es una disciplina. Y como tal los resultados son más palpables mientras más constante seas. Y va más allá de la hora de clase, o de tu práctica: tiene que ver también con el ritmo de vida que uno lleva, con la alimentación, con las horas de sueño. Para mí fue comprender que todo está relacionado con todo.
Tuve suerte: mi maestro no se conforma con enseñarnos las formas. Al final de la clase nos lee un poco de teoría, reflexiones taoístas.
Así fue como me decidí a hacer un cambio en mi vida y tomar el control de mi bipolaridad, no sólo con pastillas y terapias psicológicas.
Y la verdad estoy muy agradecida. Y me siento muy bien.

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