lunes, 25 de abril de 2011

Uno de esos momentos

Qué ganas de llorar de pronto. Qué alboroto en el estómago. Qué ganas de que todos se vayan y me dejen en paz, en silencio. Este es uno de esos momentos en que me siento alterada, sin poder precisar cómo ni por qué. En momentos así me dan ganas de ponerme a gritar, o salir corriendo, o ambas cosas. He identificado que escribirlo al momento, como ahora lo hago, puede tranquilizarme, más o menos. Lo que definitivamente no me ayuda es estar en un espacio cerrado, como el de esta oficina. Salir al aire libre. Salir. Allá afuera estas sensaciones pierden relevancia, pierden sentido. No comprendo por qué me sentía como me sentía y se va. A veces vuelve, claro. Pero vaya, no es para tanto. A veces, lo confieso, me da un poco de temor que un día no baste este régimen que me ha mantenido tranquila estos cinco años. A veces me da miedo tener una crisis que me supere. Me da miedo que pueda afectar de un modo u otro mi matrimonio.
Pero no.
En momentos así lo mejor es tomar un baño. La caída del agua desde la cabeza tiene un efecto reparador en mí. También me ayuda tomar un té caliente, si es de azahar o alguna hierba relajante, mejor. También me ayuda un buen y fuerte abrazo de mi esposo o de mi madre. Lo malo es que así, en horas de oficina, es difícil conseguir esas tres cosas. En todo caso puedo salir a caminar un par de minutos. Tal vez sí pueda conseguir un té.

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