miércoles, 13 de abril de 2011

Conócete a ti mismo

Primer paso para una vida bipolar feliz y plena: conócete a ti mismo. Esa conocida y sabia frase puede hacer mucho por nosotros. A mí me ayuda tener un diario. De hecho lo tengo desde niña, a raíz de una tarea que nos encargó una maestra de la primaria. Esto me ha permitido identificar mis primeros síntomas cuando estoy a punto de entrar a un periodo de hipomanía o de depresión, los síntomas cuando ya estoy dentro de la crisis, y cómo me siento días después. Identificar los primeros síntomas es vital. ¿Recuerdan el paralelismo con la diabetes o la hipertensión? No sé si ustedes padezcan de migrañas pero yo sí, y una de las claves para detener tan horrible dolor de cabeza es actuar en lo que se llama aura, justo cuando los primeros síntomas tienen lugar. Ya para cuando te da la migraña muy pocas cosas suelen surtir efecto. Pues algo así pasa con las depresiones o las manías. Es mucho más fácil contrarrestar sus efectos justo cuando empiezan que cuando ya estamos sumidos en la depre o en la exaltación.
Así como hay que identificar los síntomas, hay que identificar qué es lo que puede contrarrestarlos. A mí me funcionan dos cosas: el deporte y el sexo. Si estoy deprimida, por supuesto que no tengo pero ni tantitas ganas de salir a hacer ejercicio, y me cuesta mucho trabajo ponerme en un mood sexual. Pero, como les decía, la clave es hacerlo al inicio, en los primeros síntomas, antes de que la depresión sea más fuerte. No importa lo mal que me sienta, me obligo a ir a mi clase deportiva. Si es necesario me lo impongo como un castigo –porque sí, cuando estoy deprimida tiendo a sentirme culpable de no sé qué y siento que necesito un castigo no se por qué–. Y tampoco importa lo mal que me sienta, luego de una hora de ejercicio me siento un poco mejor. O al menos durante esa hora se me olvida. Y el sexo, bueno, espero que sepan lo que es un orgasmo. Un buen orgasmo te quita la depre porque te la quita. Y si no han tenido un orgasmo, bueno, pues también hay que trabajar en ello. Total, si ya dieron el paso de ir al psiquiatra para el trastorno, qué más da buscar terapia para cosas sexuales. Créanme. Vale la pena.
Por el otro lado, si estoy medio maniaca descargo mi energía en el deporte o en el sexo. Puede ser un tanto peligroso, eso sí. Cuando se está en un estado de manía más actividad no hace sino acelerar el ritmo. Y aquí es cuando entra la constancia. Así es: no se trata de hacer ejercicio o de preocuparme por mi vida sexual sólo cuando me siento mal. Debe ser una cosa de todos los días. Espero dedicar otras entradas más extensas para estos puntos del ejercicio, el sexo, la alimentación, el sueño y todos los puntos que me han funcionado.
El tercer asunto, y esto lo van a encontrar en muchos libros, artículos y páginas de internet, es la comunicación con la familia. Después de todo ellos son los que conviven todos los días con nosotros, y también les toca lidiar con nuestro trastorno. La familia puede ayudarnos a notar esos primeros síntomas si nosotros no los notamos. Por supuesto, uno debe confiar en ellos. Y también hay que trabajar en esa confianza. Es por el bien de todos. Pero ojo: Todo esto es en los primerititos síntomas. Ya se imaginarán o ya les habrá tocado que si nos señalan que estamos así o asado podemos ponernos sulfúricos, hacer caso omiso o deprimirnos más por ser unas personas horribles que representan una carga y bla, bla, bla.
Nada de excusas. Nada de, como me decía un amiga, "pero es que la depresión es así, no depende de mí. Y eso dice el doctor. Y eso dicen estos libros. No hay nada que se pueda hacer al respecto.” Ayúdate, dice el dicho, que yo te ayudaré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario