martes, 12 de abril de 2011

Hola, me llamo Fulanito y soy bipolar

En la única sesión de grupo a la que asistí, la que dirigía la sesión nos dijo que lo primero que suele hacer alguien que recibe el diagnóstico del trastorno bipolar es andar presentándose por todos lados: Hola, me llamo fulanito y soy bipolar. Auch, me dije, porque eso era justo lo que estaba haciendo yo. Queremos que la gente nos comprenda pero somos los primeros en etiquetarnos.
La verdad no sé decir por qué estaba haciendo eso. A lo mejor en el fondo buscaba eso, comprensión. Mi reciente episodio hipomaniaco había terminado con una buena parte de mi imagen pública. Así que tal vez también buscaba justificar mis acciones, porque todavía no terminaba de entender qué era lo que había pasado, qué era lo que había dicho y hecho que había terminado con que la mitad de mis compañeros de carrera ya no me hablaran. A lo mejor buscaba “prevenir” a los que me conocían, por si un día hacía o decía cosas raras.
Ahora ya no hago eso. Bueno, de hecho traté de dejar de hacerlo luego de esa primera y última sesión de grupo. Y dejé de hacerlo porque un día vi a una amiga abrirse por completo a la menor provocación, y de pronto vi con toda claridad el peligro que es andar exponiendo información tan personal, tan privada y tan delicada así como así.
Desgraciadamente, si algo aprendí con mis primeras crisis es que no puedes confiar en todas las personas. Es triste, pero es así. No todas las personas han desarrollado la capacidad de comprender al otro.
Cuando escuché lo que decía mi amiga, tuve la sensación de que se colocaba un cartel de tiro al blanco en el pecho. Y, lo peor, es que me quedó muy claro que ella no se daba cuenta. Uno no se da cuenta. Sólo habla. Y habla. Y habla.
Por eso por el momento sólo me llamo Alejandra.
Espero que pronto llegue el día en que pueda firmar con mi nombre completo.
Por lo pronto, el punto de esta entrada es dejar de hacer eso: Hola, me llamo Fulanito y soy bipolar. Independientemente de cómo lo tomen los otros, lo importante es cómo lo tomamos nosotros. Si elegimos que el trastorno defina lo que somos, o lo tomamos como una característica más, como el tener el cabello castaño o rubio, usar lentes o no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario